Cuando alguien vive en el error genera vacío e insatisfacción constante porque nunca “se llega”. Siempre erramos y cuando hemos corregido o mejorado algo, entonces surge otra cosa. Poner el foco en el error no nos hace avanzar.

Pensaba el otro día  en esto mientras leía en un diario una entrevista a Meik Wiking, que ha publicado un libro titulado “El arte de crear recuerdos”. Meik nos dice que si somos arquitectos de nuestros recuerdos podremos entender mejor el pasado para comprender como vivir buenas experiencias en el futuro. Los buenos recuerdos son chutes de alegría. No se trata de borrar los recuerdos desagradables, los malos recuerdos estarán ahí y son parte de nuestra historia, de nuestra identidad. La idea es crear buenos recuerdos para equilibrar la balanza de esas malas experiencias.

Así mismo, si somos arquitectos de nuestros aciertos y de nuestros errores pasados podremos tener mejores actuaciones en el futuro. Quizás sea bueno utilizar la regla del 2/1 que consiste en reforzar dos cosas positivas que alguien hace bien y una a mejorar. Si hablamos de rendimiento deportivo, analizar conjuntamente (entrenadores/deportistas) los aciertos y revisar las cosas que se podrían haber hecho mejor, se convierte en virtudes del futuro. Al igual que nos decía Meik con los recuerdos, esto nos ayuda a equilibrar la balanza.

Si lo que pretendemos es el camino de la mejora, no vivamos en el error, tan sólo aprendamos de ellos.