Las emociones se pueden reconocer como una forma particular de relacionarnos con el mundo. Autores como Schachter y Singer (1962), Lazarus (1991) o Sierra (2004) argumentan que las emociones constituyen un fenómeno que es el resultado de un proceso cognitivo en respuesta a eventos externos o internos, y que en cierto modo implican un conocimiento del mundo.
Así, cuando se presenta una emoción hacemos una valoración automática del evento, sin que esta sea una reflexión extensiva y deliberada. Esto quiere decir que no nos detenemos a pensar, sino que la reacción es tan rápida que en múltiples ocasiones dejamos que nuestras emociones nos controlen.
Sin embargo, las emociones tienen una función fundamental, la mayoría de las decisiones que tomamos en nuestra vida están dominadas por las emociones. Igualmente, la mayoría de las decisiones que tomamos durante un evento deportivo están marcadas por la emoción que sentimos en ese momento.
Es importante que no olvidemos que las emociones no son ni positivas ni negativas, más bien son una guía para saber cómo tenemos que actuar. Son las que reflejan nuestro mundo interno y como interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor. Nos indican como evaluamos la situación que vivimos.
Reconocer nuestras emociones ante situaciones competitivas, aprender a manejarlas y usarlas en nuestro favor nos será de gran utilidad para afrontar de una forma más eficaz la tarea a realizar.
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