En el deporte hablamos mucho de toma de decisiones, tenemos que estar entrenados para decidir rápido y bien en momentos de estrés, bajo presión y eso como ya sabemos se entrena.

Pero que pasa cuando tenemos que tomar una decisión importante en nuestras vidas, cuando nos proponen o buscamos un cambio. ¿Estamos entrenados para eso?

Hay personas que aconsejan que a la hora de tomar una decisión, de realizar un cambio hay que hacer dos litas una con los pros y otra con los contras, y ponerlas en una balanza. Elegiremos la que más pese, pero…¿qué hago con el corazón, en que lista lo pongo?, ¿y con la razón?, ¿y la intuición?…

La palabra cambio puede tener múltiples significados en función del contexto: reemplazar, sustituir, modificar, adaptarse, transformar…

En general se define como cambio a cualquier modificación del estado actual de las cosas. También puede definirse como la transición  de una situación presente a una futura.

Cuando hablamos de cambio en nuestras vidas aparecen las emociones. Y eso si que pesa. A nivel emocional un cambio  consiste en moverse de un equilibrio actual a un equilibrio futuro y justo a ese periodo en que estamos intentando tomar una decisión podríamos decir que es un periodo de inestabilidad o de desequilibrio. Por eso los cambios no son fáciles, por eso cuesta tomar decisiones importantes. Nos gusta más estar equilibrados. Otra vez la zona de confort.

En todo caso como dice James Arthur Ray “Toma tus decisiones en función de adónde quieres llegar, no en base de dónde te encuentras”