Desde hace algún tiempo que vengo hablando de la importancia de entrenar el carácter, hoy a raíz de este artículo del periódico El Mundo también quiero hablar de educar el carácter.
A través del deporte he podido comprobar como cuesta encontrar jóvenes independientes, jóvenes dispuestos a luchar y a pelear por lo que quieren. Jóvenes que se esfuercen por la simple recompensa del trabajo bien hecho.
Este articulo nos habla de que nosotros “los padres” somos en gran medida los responsables de que esto sea así. En qué momento decidimos que nuestros hijos no eran capaces de llevar su propia mochila, cuándo decidimos que lo mejor que podemos hacer por ellos es allanarles el camino, hacerlo todo fácil, que no sufran, que no se casen, que no…
Es verdad, tiene razón los expertos que hablan en este artículo. Estamos haciendo niños blanditos. Niños que un día u otro se darán cuenta que el deporte y la vida es otra cosa. Que normalmente las cosas no son fáciles, pero que eso no significa que no se puedan conseguir. Que más de una vez se caerán y que si no se levantan nadie lo hará por ellos.
Pienso que ni a nuestros deportistas ni a nuestros hijos les ayudamos poniéndoles todo muy fácil. Nuestra función debe ser la contraria, enseñarles y prepararles para cualquier situación que se les pueda dar en el deporte y en la vida. Enseñarles a ser valientes, a mirar a la adversidad de frente, a caer (en algún momento esto siempre sucede) y levantarse, a no rendirse. A saber, que las cosas cuestan y que el esfuerzo tiene su recompensa. A no tener miedo a las cosas que les puedan suceder sino a saber actuar en consecuencia.
Sin olvidar que eso no significa que caminen solos, más bien sería un “tú puedes y si me necesitas ni lo dudes…aquí estoy”.
Sí, tenemos que educar en valores. Debemos educar el carácter.
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